Creemos que la vida siempre nos propone una misión, el para qué de nuestra existencia. Esta historia comienza a partir del nacimiento de mi hermana quien padece Síndrome de Rett y supo siempre cuál sería el lugar de mi mamá y el mío.

Pasamos por diferentes momentos. Renegamos de la vida, nos preguntamos por qué a nosotros, recorrimos caminos hacia un diagnóstico que no fue siempre llano. Caminamos por las cornisas de la incertidumbre, el dolor, la espera de un milagro. Y al volver de ese viaje nos encontramos enriquecidas, fortalecidas. Habíamos aprendido a mirar al otro, a sentir desde su ser que se expresa a través de distintas formas.

Así la dis-capacidad se transformaba poco a poco en capacidad creativa. Y en ese viaje fuimos recogiendo esperanza, fortaleza, honestidad y mucho amor. El amor necesario para darle a mi hermana esa seguridad, atención y la confianza que necesitaba.

Caminamos junto a ella. Ella que se había convertido en nuestro motor. Ella que nos enseñó que la risa está por encima de todo. Ella nos enseñó que después de una gran tormenta, el sol se dibuja en un hermoso Arco Iris.

Comprendimos que todo lo recorrido era inútil si no lo compartíamos con aquellos que hoy nos necesitan. Es por eso que este Centro fue creado para poder seguir el camino con más chicos. Llevarlos de la mano hacia sus propias posibilidades.

Acompañarlos junto con sus familias en su viaje. Brindarles nuestras experiencias y que juntos podamos distinguir entre la desesperación y la esperanza. Y a nuestro proyecto de amor se fueron uniendo personas sensibles para que todos juntos podamos construir este espacio de creatividad con mucho respeto y sobre todo responsabilidad.